Cultura regenerativa y ganadería extensiva: otra humanidad es posible | JANUS
Janus Proyecto Rural Integrador es una granja sustentable, sostenida en los principios de la Agricultura Biodinámica, donde producimos alimentos vitales y nutritivos con un modelo de intercambio y consumo responsable basado en CSA, la Comunidad que Sostiene la Agricultura, ubicada en la provincia de Río Negro, Patagonia Argentina.
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Cultura regenerativa y ganadería extensiva:
otra humanidad es posible

Cultura regenerativa y ganadería extensiva:
otra humanidad es posible

Acompañamos este proceso de aislamiento social e introspección familiar —propuesto por el gobierno nacional—  mediante el sostenimiento de las comunicaciones habituales, con la misma responsabilidad y veracidad de siempre solo que con menor frecuencia.

Frente a la compleja situación global y sus particularidades locales en relación con la pandemia del COVID-19 que con preocupación vemos extenderse, además de continuar con el abastecimiento semanal a nuestras más de 40 Familias Asociadas: el sostén de los alimentos vitales y nutritivos —ya que según la normativa oficial la provisión de alimentos no se encuentra restringida—, creemos necesario que es también nuestro deber seguir aportando información confiable y de calidad que seleccionamos de diferentes medios, con el objetivo de acompañar a nuestros beneficiarios y público en general.

 

Dos noticias que nos ayudan a reflexionar sobre nuestras prácticas productivas, no solo como una dimensión aislada sino como componentes necesarios de una complejidad sistémica en la que debemos seguir profundizando, y que nos confirman a su vez que la visión que impulsa nuestro proyecto desde sus inicios, basada en la pregunta ¿Cómo construimos juntos el modelo sustentable de producción de alimentos que necesitamos?, continúa en sintonía con los enfoques globales más avanzados, en términos del reconocimiento del lugar que ocupa la especie humana en tanto parte de la realidad de lo viviente, descartando definitivamente la mesiánica posición de superioridad que arrastramos desde hace milenios, y que hoy, como entonces, tenemos el desafío de ir modificando.

 

Tal vez podríamos imaginar al conocimiento como una multiplicidad de modos de acceso a “lo real”: separaremos esa continuidad de “todo lo que existe”, solo para que nos acompañe en trabajar el pensamiento al respecto, ya sea en modo cuantitativo-acumulativo —capas sobre capas de información que sumadas en el tiempo representan mucho más que una por una—, o bien en modo cualitativo-intuitivo —una chispa de luz nos permite “ver” de inmediato aquello que nos estaba vedado. Entre esas dos dimensiones vamos buscando el camino que nos acompañe en el tránsito, no sin bifurcaciones ni banquinazos, hacia una comprensión de causas y efectos. De este modo vemos avanzar, y tratamos de encarnar, las ideas y conceptos que dan forma y sustento a nuestro quehacer cotidiano, por ejemplo aquellas que sustentan los diferentes modelos de producción de alimentos vitales y nutritivos, que nos muestran que La Sostenibilidad ya no es suficiente, necesitamos culturas regenerativas.

 

Una cultura humana regenerativa es saludable, resistente, y adaptable; se preocupa por el planeta y le importa la vida, consciente de que esta es la manera más efectiva de crear un futuro próspero para toda la humanidad. El concepto de resiliencia está estrechamente relacionado con la salud, en el sentido en el que describe la habilidad de recuperar funciones básicas vitales y reponerse de cualquier clase de desajuste o crisis. Cuando buscamos la sostenibilidad desde una perspectiva sistémica, estamos intentando sostener el patrón que conecta y fortalece al sistema en su conjunto. La sostenibilidad se refiere principalmente a la salud sistémica y a la resiliencia en diferentes dimensiones, desde la local, a la regional y global.

(…)Una propuesta para guiar una acción inteligente ante una complejidad dinámica y “no saber”, es aplicar el Principio de Precaución como marco que pretende evitar, en la medida de lo posible, acciones que tendrán un efecto negativo en la salud humana y medioambiental en el futuro. Desde la Carta Mundial para la Naturaleza de 1982 de las Naciones Unidas, al Protocolo de Montreal sobre Salud de 1987, la Declaración de Rio de 1992, el Protocolo de Kyoto y Rio+20 de 2012, nos hemos comprometido a aplicar el Principio de Precaución una y otra vez.

La Declaración de Compromiso de Wingspread sobre el Principio de Precaución afirma: “Cuando una actividad amenaza dañar la salud humana o al medioambiente, se deben tomar medidas de precaución incluso si algunas de las relaciones causa-efecto no estén totalmente establecidas científicamente” (Declaración Wingspread, 1998). El principio pone la carga de prueba de que cierta acción no es dañina en aquellos que proponen y ejecutan la acción, sin embargo la práctica general continúa permitiendo que sigan sin control todas las acciones que (¡todavía!) no se ha probado que tengan efectos dañinos potenciales. En pocas palabras, el Principio de Precaución se puede resumir de esta manera: se precavido ante la incertidumbre. Esto es lo que no estamos haciendo.

 

 Adaptado de Bill Reed (2006) con el permiso del autor

 

La cultura regenerativa que nos proponen diferentes autores que desarrollan sus teorías estudiando los modelos productivos reales abarcaría, entonces, no solo la necesidad de encarar sin demora importantes cambios en los sistemas y políticas públicas sino también el compromiso de los consumidores responsables en enfocarse a conciencia para implementar cambios en sus rutinas y hábitos, ya que aún persiste la pregunta ¿Podremos conservar nuestra especie si no protegemos la naturaleza? De este modo vemos proliferar con expectativa ciertas iniciativas, como la instauración del Día Mundial Sin Carne, la ganadería extensiva y agroecológica es aliada del medio ambiente, la industrial del cambio climático, que nos recuerdan la complejidad de lo cotidiano y sus articulaciones sistémicas.

 

(…) una oportunidad para darle un giro de 180 grados al sistema de consumo y fomentar e impulsar las pequeñas granjas familiares, basadas en la agroecología, los canales cortos de comercialización, y promover así un modelo saludable y un mundo rural vivo.

Para hacerse una idea, el 80% de todas las tierras agrícolas a nivel mundial se destinan a la alimentación de ganado; el 14% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial las genera la ganadería industrial (la misma cantidad que todas las generadas por el transporte), y la ganadería industrial es responsable del 70% de la deforestación en el Amazonas.

Amigos de la Tierra hace un llamamiento a la ciudadanía para que reduzca su consumo de carne, y priorice la compra procedente de una ganadería extensiva y agroecología, la cual fomenta el bienestar animal, no contribuye a la deforestación y fija población en el mundo rural, entre tantas ventajas.

 

 

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