De alimentos, salud, comunicación,
certificaciones y mercados
Procuramos analizar las relaciones sistémicas que subyacen a conceptos que nos acompañan y vienen ganando protagonismo en los medios de comunicación.
Cómo se certifica la calidad de los alimentos
En tanto granja de producción sustentable tenemos claro que interactuamos en una realidad de múltiples facetas, con los beneficios que implica Adentrarse en la complejidad sustentable de la Agroecología. También asumimos la responsabilidad de aportar algunas respuestas a la pregunta ¿Cómo construimos juntos el modelo sustentable de producción de alimentos que necesitamos? , habiendo elegido a conciencia la Agricultura Biodinámica como estilo de vida y modelo de producción.
El desafío de producir “orgánico”
Es bien conocido entre los especialistas, aunque menos conocido desde el sentido común, que cualquiera de las certificaciones de producción agrícola “limpia” —por ejemplo la más conocida es la Agricultura Orgánica—, en general son ofrecidas e implementadas por empresas con respaldo global, en base a acuerdos y regulaciones establecidas por los organismos de referencia estatales en cada país.
En nuestro país existe el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria SENASA, organismo de control bajo rigurosos parámetros de estricto cumplimiento, tanto productivos como en toda la cadena de valor, desde la semilla a la mesa, basados en realizar a campo los lineamientos propios de la modalidad elegida, además del soporte de procesos documentales e inspecciones de auditoría.
En este sentido, la elección de este camino implica para los productores una planificación exigente y una considerable inversión en todas las áreas para obtener el resultado esperado y conseguir la certificación, que les permitirá posicionar sus productos en mercados específicos y con precios diferenciales.
¿Comunicar para garantizar calidad y procedencia o solo para vender más?
En su área de incumbencia, toda comunicación integrada debería dedicarse tanto a “mostrar”, “vestir” y “ofrecer” el producto de una forma “atractiva” —para que llame la atención del consumidor y futuro cliente, traccionando sus preferencias de compra—, cuanto a cumplir la función de presentar ciertas garantías de “verdad”, o “veracidad”, acerca de los procesos productivos involucrados en la obtención y preparación de los productos para su comercialización.
Que los alimentos estén claramente denominados de una forma y no de otra, en este caso “orgánico”, ocupando el lugar de “sello de garantía”, ayuda al consumidor en la identificación inmediata del producto al el momento de la compra, ante la imposibilidad de corroborar personalmente el origen y la trazabilidad de lo que está por comprar, pagar y consumir.
En relación a cómo se certifica la calidad de los alimentos en general, y de los saludables en particular, este aspecto de la garantía se torna de fundamental importancia tanto por la autenticidad de las cualidades alimenticias y nutricionales, presentadas como ciertas para cuidar la salud del consumidor, como así también por el posicionamiento de los productos y sus precios de venta, siendo los mercados internacionales los principales destinatarios, por su extensión y por la mayor rentabilidad asociada.
Denominaciones de origen y métodos de producción
A modo de ejemplo, con la denominación “orgánico” ocurre algo similar —aunque por diferentes causas— a lo que sucede con las DOC, Denominaciones de Origen Controladas: ninguna bebida puede decir “Champagne” en su etiqueta, ni ser comercializada como tal, si no proviene de la región de Champagne, en el sur de Francia, aunque esté producida mediante el método champenoise. De un modo similar, ningún queso puede decir “Roquefort” en su etiqueta ni ser ofrecido de ese modo si no proviene de dicha región de Francia, aunque esté producido mediante la misma técnica y receta, se vea y guste igual que aquellos.
Las denominaciones “orgánico”, “ecológico”, “biológico” —sinónimos para nuestra legislación vigente—, específicamente asociadas a productos de la agricultura refieren no tanto al lugar de origen, como en los ejemplos más arriba presentados, sino al cumplimiento estricto por parte del productor de los procesos, técnicas, insumos y prácticas utilizados para producir aquellos alimentos que se presentan como tales y su validación por una instancia externa. De cualquier forma, todo alimento producido a conciencia bajo los lineamientos de la producción orgánica resultaría necesariamente orgánico en sus cualidades alimenticias, más allá de si está certificado o no.
El problema de fondo reside en que, para ser presentado, ofrecido y comercializado en los mercados formales y controlados de la economía global, es necesario garantizar su procedencia mediante las certificaciones y sus sellos identificatorios correspondientes, un mecanismo consensuado y amparado por las legislaciones en cada país.
Orgánico, ecológico y biológico: sinónimos ante la Ley
Según el sitio web de MAPO, Movimiento Argentino para la Producción Orgánica, registrada como Sociedad Civil sin Fines de Lucro, la producción orgánica es:
“La Producción Orgánica en Argentina está regulada por la Ley 25.127, sus Decretos y Resoluciones, estando a su vez definida por organismos oficiales y privados internacionalmente reconocidos, como el Codex Alimentarius o la Asociación IFOAM; e incluye un sistema de certificación y control. Los términos orgánico, ecológico y biológico son sinónimos y solo podrán aplicarse a productos que cumplan con esta Ley.”
Un proceso que decanta resultados con el tiempo
Las certificaciones abarcan también diferentes estadíos y etapas que deben ser cumplimentadas para arribar al resultado buscado al final del proceso, que luego se actualiza año a año. Al tratarse de procesos que implican tiempos diferentes de implementación, según el estado de “arranque” del establecimiento que se propone certificar su producción, llamado línea de base, es muy diferente comenzar el proceso “de cero” con un suelo y plantas “limpios” y “naturales” que empezar un cambio luego de varios años de aplicación de agroquímicos, aunque sí es posible y deseable dar el paso. Atendiendo a estas particularidades de los ciclos naturales, las empresas certificadoras de la Agricultura Orgánica van acompañando el proceso de implementación mediante el otorgamiento de dos tipos de certificados: el primero se denomina “Orgánico en Transición” que puede ser otorgado el primer año, el segundo o tercero consecutivos, y el definitivo se denomina “Orgánico”, a secas, que suele entregarse en el tercero o cuarto año, y a partir de allí es necesario renovarlo todos los años para mantener el sello.
La comercialización formal autorizada en los mercados respectivos solo resultaría posible para el productor —sin arriesgar penalizaciones, clausuras y multas— habiendo obtenido el certificado “Orgánico” definitivo, instancia que recién habilitaría a la empresa certificada, y los productos específicamente alcanzados por la certificación, a exhibir el sello correspondiente en las etiquetas y formar parte de las comunicaciones institucionales y el marketing.
La realidad argentina en materia de certificaciones
En la nota de opinión ¿Orgánico, agroecológico o tradicional?, de Pablo Bruetman con fotos de Vicky Cuomo, segunda entrega del ciclo de notas: ¿Quiénes nos alimentan?, publicada por revista Cítrica el 28 de junio de 2020, investigadores del INTA, ambientalistas, productores orgánicos y productores agroecológicos comparten su mirada acerca de las formas de producción de alimentos en el país.
En nuestro país existen solamente dos modelos de producción agrícola “limpia” y “sustentable” que cuentan con mecanismos globales de certificación: la Agricultura Orgánica y la Agricultura Biodinámica, cada una con sus respectivos sellos de calidad de alcance mundial.
La certificación orgánica
La Agricultura Orgánica tiene en nuestro país una historia de varios años de desarrollo y un significativo posicionamiento global, tal y como da cuenta la noticia Argentina se consolida como segunda productora mundial de alimentos orgánicos, enfocada básicamente en abastecer a los mercados internacionales —según estadísticas oficiales de SENASA Orgánicos de 2019, solo el 1% de la producción orgánica llega al mercado interno.
En nuestro país funciona CACER, la Cámara Argentina de Certificadoras, una entidad macro que nuclea a las diferentes empresas que brindan servicios de certificación, a las que pueden recurrir los productores interesados en comenzar a transitar el camino de reconversión certificada. Esto sucede, en general, cuando los productores tienen garantizada la demanda en ciertos mercados puntuales, básicamente los internacionales, sabiendo de antemano que pueden ubicar la producción bajo certificado, ya que la inversión asociada es alta y se torna necesario recuperarla mediante volumen y precio de venta, variables que los mercados locales no están en condiciones de afrontar.
¿Qué significa ésto para el productor? Que tomar la decisión estratégica de dedicarse estrictamente a la Agricultura Orgánica implicaría tener medianamente garantizado el acceso a ciertos mercados relativamente estables y rentables, característicos de la comercialización global.
A propósito de parecidos y diferencias entre “orgánico” y ageoecológico”, presentamos un extracto de esta nutritiva entrevista realizada por Matías Longoni del portal Bichos de Campo a la especialista Elizabeth Jacobo, ingeniera agrónoma y Doctora en Agroecología.
¡Beneficio para economías regionales: Habemus ley de promoción de la producción orgánica!
Desde Janus venimos acompañando todas las iniciativas sectoriales vinculadas a los diferentes modelos agrícolas sustentables y regenerativos. La producción orgánica argentina ha sido pionera y sigue siendo una referencia global ineludible de visión, método y constancia para producir alimentos de las más alta calidad. La reglamentación de la Ley 27734 de Promoción de la Producción Orgánica para economías regionales no hace más que reconocer la trayectoria y apostar al futuro.
La certificación biodinámica
Por otro lado, en la actualidad, la Agricultura Biodinámica —un modelo de producción sustentable articulado en nuestro país a través de AABDA, ¿Qué es la Asociación para la Agricultura Biológico-dinámica de Argentina (AABDA)?—, se practica en más de 50 países en todo el mundo y cuenta con una red de certificación global llamada Demeter Internacional.
Argentina cuenta con la filial local Fundación Demeter, una marca-sello ampliamente reconocida en el mundo entero por la altísima calidad de los alimentos etiquetados de ese modo, que van desde todo tipo de frutas, verduras y hortalizas hasta vinos, quesos y productos para el cuerpo y la salud, entre otros.
“Demeter Internacional es una red de organizaciones sin fines de lucro, distribuidas mundialmente, que promueven la agricultura biodinámica y el intercambio comercial de los productos con certificación Demeter.” “Productores Demeter bajo contrato alrededor del mundo han implementado exitosamente el método biodinámico en todos los continentes y en todos los climas. Sean bananas de República Dominicana, te de Darjeeling, hierbas medicinales de Egipto o producción de lana en Nueva Zelanda – en cualquier lugar el método Biodinámico ha sido adaptado a las condiciones locales, al nivel más alto.”
Detrás de cada decisión táctica hay una visión estratégica
En 2009, cuando comenzamos con el propósito de crear esta realidad que hoy significa JANUS Proyecto Rural Integrador, ya nos imaginábamos formando parte de un modelo de intercambio colectivo y participativo, nosotros desde la producción sustentable junto a las Familias Asociadas, el sostén de los alimentos vitales y nutritivos en su rol de consumidores responsables.
La interacción se consolida integrando un sistema mayor, el marco articulador de la CSA: un modelo de intercambio entre productores y consumidores, mediante el cual se generan confianza mutua, responsabilidad compartida y garantía de calidad, vitalidad y nutrición en los alimentos frescos y productos elaborados que ponemos a disposición de los consumidores durante todo el año.
Conforme pasan los años, los proyectos agrícolas familiares, grupales, comunitarios, autogestionados y de pequeña escala se van consolidando en base a sus resultados, mientras sobreviven las crisis apostando al trabajo y generando confianza en los consumidores creando redes de intercambio. Afortunadamente, van también encontrando en los diferentes estamentos del estado y gobiernos aquellas herramientas, reglamentaciones y acompañamientos que son absolutamente necesarios a la hora de planificar un futuro de crecimiento y apertura para abastecer a cada vez más familias con alimentos sanos y de calidad.
Otras vías de certificación participativa
Paralelamente a los mecanismos de certificación público~privados que describimos más arriba, se vienen consolidando desde hace algunos años varias experiencias de base que buscan otras maneras de formalizar certificaciones, llamados Sistemas Participativos de Garantías.
Suelen estar conformados por familias agricultoras, productores y agrupaciones que los nuclean, organizaciones sectoriales, instituciones intermedias, investigadores y universidades, agrupaciones de consumidores, municipios, entre otros estamentos.
Compartimos logros de algunas provincias que enmarcan sus políticas públicas en el acompañamiento a la Agricultura Familiar, por ejemplo en la nuestra: Río Negro avanza en la certificación participativa de producción agroecológica: ”La Certificación Participativa se diferencia de las Certificaciones Orgánicas porque “busca garantizar la calidad a partir de un sistema definido de manera colectiva, consensuada y horizontal, donde todas las personas interesadas son parte del diseño e implementación del sistema.“
En 2019 el reconocido portal campero Bichos de Campo se hizo eco de otra experiencia similar, esta vez en la región de Cuyo: Mendoza entrega la primera certificación a la producción de agricultura familiar.
A fines de 2022 la Municipalidad de Contralmirante Cordero y Barda del Medio sancionó la Ordenanza 15/22 para el fomento de la Agroecología, que incluye entre sus objetivos crear un Sistema Participativo de Garantías.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) participó del Primer encuentro nacional de Sistemas Participativos de Garantías (SPG), en la Unidad Turística Chapadmalal, provincia de Buenos Aires, los días 13 y 14 de septiembre de 2022. El encuentro fue organizado de manera conjunta por la Subsecretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, la Dirección Nacional de Agroecología, el Senasa y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y contó con la presencia de representantes de más de 40 experiencias de distintos municipios de todo el país, contribuyendo al fortalecimiento de un espacio de articulación nacional en torno a la construcción y funcionamiento de los SPG.
Ofrecemos estas noticias seleccionadas y puestas en contexto como continuidad de la tarea informativa que nos hemos propuesto, basada en nuestros Cuatro Pilares Fundamentales, según los cuales la comunicación integrada constituye una dimensión necesaria que nos permite articular con coherencia el decir y el hacer, con el propósito claro de producir alimentos vitales y nutritivos. Los invitamos a compartir, participar, comprometerse y disfrutar de nuestra Experiencia Biodinámica completando nuestro Formulario de Contacto.
¡Gracias por elegir formar parte de la gran familia Janus!